Dos de tres cuartillas sin límite de tiempo

La lucha por la vida que no te asombre porque así como par volar nació el ave así nació para luchar el hombre. Anónimo. En nuestro entorno nacional existen problemas trascendentes que resolver de manera urgente, quizá por eso detenerse a analizar la lucha libre, para más de uno resulte fútil, sin embargo, la ciencia social nos permite desentrañar hechos cuya significación no es elemental o evidente. Nos proponemos descubrir los mecanismos sociales que interactúan en la lucha libre y que en otros contextos no académicos quedan cubiertos por la trivialidad del sentido común y los prejuicios. La lucha libre representa en términos de la cultura popular uno de los más importantes espectáculos que ofrece la capital del país ; Como deporte se concentra en un sector muy específico de los habitantes de las colonias populares de la cuidad. La lucha libre en México, se caracteriza por ser exótica, y de desenvolvimiento estrambótico para los no aficionados. El deporte de la lucha libre, se transformó en manifestación cultural en el momento que se adecuo al contexto sociocultural de la población que había migrado a la capital de país y como otras manifestaciones culturales en México, por decirlo de alguna manera, se hibridó con los valores y el imaginario de un sector poblacional en expansión. Recientemente aprovechando en buena medida su singularidad excéntrica se potencializó su comercialización a otros sectores económicos y culturales del país e incluso extranjeros convirtiéndola en un producto folklórico identificado como símbolo cultural del sector urbano popular. Más allá de la lucha entre el bien y del mal o de la encarnación del héroe anónimo que lucha desinteresadamente por el bienestar colectivo, buscamos explicar qué y como la lucha libre mexicana configura socialmente a sus seguidores, es decir en palabras de Cazeneuve diríamos que: “Toda acción humana, especialmente cuando es colectiva debería servir para algo” (Cazeneuve, 1971: 14) y como ya mencionamos nuestra labor es descodificar el código que permanece oculto en el lenguaje y en la acción de los actores de la lucha. Al comprender los elementos sociales que se aglutinan alrededor de la lucha libre, sin duda que llegaremos a comprender un poco más quienes somos. La lucha libre se presenta como una más de las muchas manifestaciones colectivas que se han construido socialmente para apropiarse de la realidad, para darle sentido a la vida, para a través de la metáfora lúdica encontrar espacios y tiempos creadores de subjetividades y catarsis colectiva. Intentamos demostrar cómo se articulan estos elementos al estudiar la lucha libre. Guardando toda distancia epistemológica y teórica construiremos un objeto similar a la magia, la religión, la brujería, el oráculo y las actividades de intercambio llámese potlach kula o don. Es decir, la lucha libre, encarna para sus seguidores los sentimientos de rencor de la brujería, la justicia de la magia, la certidumbre del oráculo, los intercambios de las legendarias actividades de reciprocidad y otros mecanismo sociales como el parentesco, el prestigio, la solidaridad, la comunicación y muchos más. Para algunos fanáticos la comercialización de la lucha libre la ha mancillado, sin embargo, como toda actividad social cuenta con mecanismos purificadores que regresan a los actores a su estado natural y al grupo al equilibrio. En otras palabras, cuando la fama, el dinero, la fuerza, e incluso la belleza ha roto con la frágil estabilidad de la acción y un grupo de luchadores tiene más que otros se requiere un acto de sacrifico, una ofrenda que exculpe al luchador y equilibre nuevamente la balanza. Los foros donde se llevan a acabo los encuentros remiten a los coliseos romanos, no sólo como la arena donde se efectuaban luchas sino en sentido amplio de la palabra coliseo sinónimo de circo, teatro y anfiteatro, es decir es un espacio donde el drama del dolor se mezcla con lo fantástico, la algarabía y la burla de los actores. En las arenas mexicanas el público es activo vituperando y elogiando tanto a los luchadores, como al réferi, edecanes y entre ellos mismos. En las arenas mexicanas nadie se escapa de la mofa colectiva y se contagia de la algarabía, difícilmente un asistente puede permanecer impávido ante gritos incluyentes que no discriminan el género lo mismo se refieren a hombres como a mujeres: “por culeros”, “por pendejas”, “puto”, “puros culeros”, “pinche cirquero”, “la lucha es de hombres”, entre otras manifestaciones de reclamo, El ambiente es de anonimato, no sólo porque cuando se llevan a cabo las luchas el publico permanece en penumbra quedando el cuadrilátero resplandeciente, sino también porque, las voces individuales generalmente no sé toman como alusiones personales. Sin embargo, como parte del la lucha regularmente los luchadores provocan al público, lo que en el argot se conoce como: “lo calientan”. La lucha para desenmascarar o cortar cabelleras representa, un rito pagano de purificación y revelador de identidades. Los luchadores vencidos ya sin mascara o sin cabellera comienzan de cero, su fuerza, valentía y prestigio se tendrán que reconstruir, ahora son los otros los que ocupan su lugar en el pedestal de la lucha, ahora son los otros los que gozan de privilegios y reflectores, ellos los derrotados representan el antagónico, nunca el vencido sino como su profesión lo dice seguirán siendo luchadores, esta es quizá la metáfora de la vida que encierra la lucha libre y que permite la identificación del público. Bibliografía Cazeneuve Jean, Sociología del rito, Amorrortu, Argentina, 1971 Said Vázquez

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